Es una de las máximas referentes del deporte para atletas con Síndrome de Down en el país. Son 40 medallas las que ha logrado acumular a través de competencias locales, nacionales e internacionales.
A los ocho años fue conquistada por el atletismo donde obtuvo su primera medalla de campeona, luego se enamoró de la disciplina deportiva que es denominada como "la danza de los Juegos Olímpicos".
Tegucigalpa. Disciplinada y dueña de un lenguaje corporal que habla más que su propia voz. Deportista nacional que cada vez que se muestra al público ofrece un espectáculo de super campeona.
La atleta que con sus movimientos expresivos y acrobáticos ha logrado acumular más de 40 medallas, 15 de ellas obtenidas a nivel internacional y el resto en el país, la mayoría de oro y plata, por sus participaciones en competencias de gimnasia rítmica, dentro y fuera de Honduras.
Además, es modelo, entrenadora junior de Olimpiadas Especiales, y maneja a la perfección el lenguaje de señas. Es el orgullo de la familia y del país, joven que el Síndrome de Down no ha logrado detener en lo que se propone.
La dueña de esta experiencia de vida es Alexandra Fabiola Varela Ulloa, capitalina que en múltiples ocasiones ha extendido orgullosa el pabellón nacional fuera de las fronteras patrias.
Nació en fiestas de fin de año
Un día antes de que finalizara el año 1988 vino al mundo Alexandra, y justo el 31 de diciembre en horas de la noche salía del Seguro Social en brazos de su madre Blanca Azucena Ulloa para ser recibida en su hogar.
El diagnóstico de la segunda hija del matrimonio aún no había sido revelado, sino hasta dos meses después, durante una de las evaluaciones de rutina que el médico que la evaluó la remitió con un especialista endocrinólogo.
Los padres ya con la angustia de no saber que les dirían sobre su hija acudieron a la cita con el experto, quien les manifestó que la niña estaba en perfectas condiciones, y que lo único que requeriría a lo largo de su vida era mucho amor, aquellas palabras cambiaron por completo la aflicción que pudo representar que la pequeña tuviera una copia extra de un cromosoma.
Familia regalo de Dios
El presentar como valoración médica el Síndrome de Down fue la oportunidad para que Alexandra y sus seres cercanos emprendieran un nuevo camino, mismo que ha ido avanzando a su propio ritmo, pero que ha sido el mejor considerando cada proceso alcanzado desde sus dones especiales.
Y es que su familia, constituida por José Francisco Varela Raudales y Blanca Azucena Ulloa Alemán, así como sus hermanos Marjorie, Joselynn, Bryan y Fransua poco a poco se involucraron en rutinas, proyectos y planes construidos alrededor de ella, pero sin descuidar los intereses de cada uno, formando así un equipo de ganadores.
Su mamá en especial, pues a pesar de sus temores y anhelos de madre, en el camino aprendió a darle el espacio como ser humano individual que desea expresarse a cada paso, impulsándole para que tomara sus propias decisiones en su presente y futuro ya sea a nivel educativo y en el deportivo.
Terapias y el mundo escolar
Luego de identificar que requería Alexandra para enfrentarse al mundo sus padres decidieron que durante su primer año de vida permaneciera bajo los cuidados y apoyo del personal del Centro de Estimulación Temprana y además recibía fisioterapia en el IHSS, pues debía fortalecer sus músculos.
Esos momentos de terapia física fueron momentos difíciles, según su mamá, pues no siempre fueron de mostrar sonrisas, pero que ahora gracias a esas lágrimas expresadas por Alexandra hoy son parte de la gloria disfrutada entre sus seres más cercanos y los amigos.
Luego al cumplir los tres años, una amiga le informó a su mamá que en el Centro de Educación Básica Especial-CIRE habían comenzado a aceptar niños de la edad que tenía la inquieta niña que le encantaba correr, y es así como es inscrita en esta institución y gracias a los avances que mostraba y su velocidad con sus pasos que comenzó entrenos en la disciplina de atletismo.
Y es en esta disciplina deportiva que logró obtener una de sus primeras medallas, y luego de un momento a otro pasó a la gimnasia rítmica donde comenzó a participar en los torneos nacionales de Olimpiadas Especiales, a base de los constantes ensayos, dominando los movimientos del ballet, gimnasia y danza.
De igual manera, logró aprender sobre el equilibro para el manejo de las cintas con que se crean coordinados patrones y formas, los saltos, rotaciones y flexiones que también permiten el buen manejo de cuerdas, pelotas y aros.
Gracias a su dedicación en este deporte, es que en la actualidad muestra mayor expresividad corporal y maneja con gran acierto figuras de zigzag, espirales y otras siluetas que armoniza con los movimientos de gimnasta.
Al egresar de CIRE pasó a formar parte de los estudiantes del Centro de Capacitación Especial-CECAES. En esta institución estuvo tres años aprendiendo de los talleres de repostería, carpintería, belleza, barbería, corte y confección y empaque de productos, pero lo que le llamó la atención fue el arte de preparar y adornar diferentes platos dulces.
El titulo obtenido fue de auxiliar de repostería y su platillo final fue preparar un pan de banano.
“En ese momento como ella aun no aprendía a leer y escribir yo decía como va a aprender las recetas, pero por medio de símbolos logró aprendérselas y horneo desde quequitos”, contó su mamá.
Tras culminar su formación en CECAES fue matriculada en la Escuela República del Perú y con gran éxito obtuvo su diploma de haber cursado la primaria de manera satisfactoria, logrando aprender a leer y escribir, ganándose de esta manera un nuevo triunfo en su vida.
Triunfos deportivos
Como atleta profesional ha participado en torneos locales, nacionales e internacionales que le han permitido regresar a casa con un espíritu fortalecido, y con ansias de alcanzar nuevos triunfos.
Como representante nacional viajó a Costa Rica donde obtuvo 5 medallas de oro, también llegó a portar la bandera hondureña en Panamá donde alcanzó a agenciarse dos medallas de bronce.
Al llegar a la edad de los ensueños, sus 15 años, cuando clasificó para participar en los Juegos Olímpicos Especiales Internacionales de verano de 2003 celebrados en Irlanda del Norte.
En este encuentro deportivo mundial se contó con la participación de 7 mil atletas procedentes de más de 150 países y Alexandra obtuvo tres medallas de oro y dos medallas de plata en gimnasia rítmica individual.
De acuerdo con su madre, para lograr viajar y participar fue necesario de la cooperación de toda la familia y ella solo pensaba en que lograra al menos una medalla, pero “ella me dio cinco medallas. Al verla con sus medallas colgando en el pecho todos los niños venían donde ella y le pedían autógrafos”.
En cada competencia hay un esfuerzo previo donde la destacada medallista ha entregado todo su potencial reflejado ahora en sus medallas, preciados tesoros que guarda celosamente, pues son la muestra de sus participaciones en competencias inclusivas.
También son los recuerdos palpables de la alegría de los deportes, al mismo tiempo en que le hacen apreciar sus avances no sólo en su salud y condiciones físicas, sino en su autoestima, comunicación y liderazgo.
A la fecha, su máximo sueño es continuar con los entrenamientos y participaciones para dar lo mejor de ella como ejemplo para otros atletas, por ellos no abandona su preparación los jueves y viernes de 9:00 a 12:00 del mediodía, los que se vuelven más extendidos cuando se prepara para torneos.
Su mamá como entrenadora
Desde 2004 su mamá es su entrenadora personal, luego de unirse como voluntaria de Olimpiadas de Gimnasia, por ello es la encargada de formar a las niñas y jóvenes con capacidades especiales que llegan a la Villa Olímpica como parte de Olimpiadas especiales.
Para desempeñar esta labor, primero fue capacitada y su participación consistía en ser la asistente de la maestra, es decir en estar atenta para la labor de utilería en los entrenos, luego fue nombrada como la titular en el cargo de manera oficial.
“Yo entrego mi tiempo como voluntaria con mucho amor, con mucha pasión, me encanta ver a Alexandra participante. Este año estamos preparando a dos competidoras que participarán en el Mundial de Berlín, el cual se desarrollará en el mes de junio”, explicó.
Por su parte, Alexandra se encarga de entrenar a las niñas más pequeñas o continuar con las rutinas de las jóvenes de su edad, labor que aseguró la trata de realizar de la mejor manera, por ello es “exigente”.
Lenguaje de amor
Alexandra estando en CIRE aprendió otro idioma, el lenguaje de señas para comunicarse con otros niños, pues le gusta ayudar a otros.
En la iglesia Amor Viviente, a la cual pertenece desde pequeña, asiste a dos grupos al de Crecimiento de Jóvenes y al de los Adultos donde ha aprendido sobre Jesús y a creer en Dios.
Las pasarelas de moda también han formado parte de su vida siendo una de las modelos de la décima edición de la Fashion Week en 2017. Una experiencia maravillosa que ella disfruto al máximo y que le ayudó para interactuar con otras adolescentes y jóvenes. También ha modelado para revistas nacionales.
Por su ejemplo, lucha incansable para triunfar en lo que se propone y su amor hacia los demás es que Honduras Trascendental ofrece a Alexandra sinceras ¡Felicitaciones!
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